Siendo un
pueblo de
montaña,
tiene una
orografía en
la que se
destacan
cumbres
redondeadas
(Cabezarrasa),
laderas
empinadas
(Viñas
Muertas)
amplios
rellanos,
(El Ejido) y
valles,
aunque no
angostos.
Siempre se
han señalado
como
características
sus
espléndidas
vistas y sus
excelente
paseos.
El roquedo en general es granítico, con pizarras paleozoicas
en la zonas
periféricas
del este y
del norte.
La lluvia es
un poco
superior que
la media de
la comarca,
por
encontrarse
abierto a
los vientos
del SO. La
temperatura
es moderada,
por gozar de
cierto
resguardo
del cierzo,
y tener por
sus laderas
soleadas.
Los antiguos vecinos en el curso de los siglos hicieron aceras y
huertos en
el entorno
urbano,
abrieron
pozos,
roturaron
las laderas
meridionales,
en las que
cultivaron
la vid y el
olivo,
dejaron eras
y ejidos al
este y oeste
respectivamente
de la
población.
Igualmente
dejaron dos
dehesas para
copio de
leña,
maderas y
frutos, una
La Mata de
la Cordera,
y otra la
Dehesa,
además de un
espacio de
monte bajo,
Los
Recatones y
Los llanos
para otros
aprovisionamientos
y
utilidades.
Texto de
Ramón Martín |