Desde la
segunda
mitad del
siglo XVI se
puede
reconstruir
con bastante
certeza la
historia del
pueblo, pues
queda
documentación
suficiente
para conocer
nombres de
personas,
gestión
concejil,
aspectos
sociales,
datos
económicos,
etc.
Dos escritos de Felipe II aluden a la inhibición que debe
hacer
Sequeros
respecto de
un proceso
sobre un
castañar. La
hipoteca de
fincas por
la petición
de préstamos
muestra que
ya a fines
del siglo
XVI está
constituida
la
estructura
económica
agraria que
va a
perdurar
varias
centurias:
aprovechamientos
de viñas,
castañares y
frutales.
Pero con dos
fuentes de
ingresos que
más tarde
desaparecerán:
el lino y la
casta
injerta.
Siglo
XVII |
En el siglo
XVII, en el
que fueron
tan
reiteradas
las pestes,
y el
descenso
demográfico
fue muy
acusado en
el interior
de España,
Sequeros,
como caso
excepcional,
va
aumentando
en
población.
Tal
incremento
demográfico
parece
sostenerse
en el
crecimiento
necesario de
la
producción,
según dejan
ver ciertos
aforos de
vino, es
decir la
relación del
vino que ha
elaborado
cada vecino.
Y si así
fue, como
según de los
datos no
puede
dudarse, a
su vez hay
que deducir
que el
término
municipal
estuvo
labrado y
aprovechado
en grado
sumo,
sacando del
mismo una
gran
productividad
con relación
al área
puesta en
cultivo.
Probablemente
fue antes de
esta
centuria
cuando
roturaron
las llamadas
Suertes
Viejas de la
Canaleja, o
al menos en
este siglo
están en
plena
producción.
Además,
fuera para
el ganado o
para el
consumo
humano ya
aparecen
tempranamente,
en el siglo
XVII, las
patatas.
Sequeros
contaba con
escribano,
medico,
cirujano y
beneficiado.
La parroquia
de Sequeros
tenía dos
anejos: El
Cabaco y
Nava de
Francia. El
Ayuntamiento
ha
construido
una nueva
casa
rectoral, en
1598. El
Barrero, es
lugar
reservado
para reunión
vecinal y
esparcimiento,
junto a los
olmos y bajo
su frescura.
En esta centuria se producen tres hechos de cierta
significación
e
importancia
para
Sequeros: la
quema del
templo del
Robledo, en
1622, la
demarcación
de su
término
alcabalorio,
y la
fundación de
una Pía
Memoria de
Estudiantes,
establecida
por el
párroco don
Juan Ruiz de
Galarreta,
además de
otros hechos
más
generales
para la
Sierra de
Francia,
como ciertas
tensiones
con Miranda
del Castañar
en relación
a medidas y
corretajes,
las
exigencias
que se deben
atender de
las guerras
contra
Cataluña y
contra
Portugal y
la
repercusión
de la crisis
general de
la época.
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Siglo
XVIII |
El siglo
XVIII no
ofrece un
mejoramiento
en la
trayectoria
vital del
pueblo,
antes bien
parece ser
que desde
fines de la
centuria
anterior se
ha caído en
un regresión
en varios
ramos como
el
demográfico
y el
económico.
En la
primera
década la
Sierra
experimenta
los efectos
negativos de
la guerra de
Sucesión.
Los pueblos
serranos
tuvieron que
contribuir
con los
impuestos
especiales
de
“utensilios”,
alojamiento
y bagajes a
las tropas
españolas
acantonadas
en la
comarca.
Sequeros
atendió
especialmente
a alguna
compañía, y
además
realizó una
cortadura o
foso en el
camino que
conducía a
Ciudad
Rodrigo,
hecho que ha
dado lugar a
un canto
épico, la
Sequerada
(Ramón
Martín
Rodrigo),
más
imaginativo
que real,
aunque de
valor
literario
por lo
creativo y
poético que
se muestra
respecto de
una aldea
tan pequeña
como
entonces era
este pueblo.
En 1755 consiguió el título de villa con lo cual se
independizaba
administrativa
y
jurídicamente
de las
autoridades
de Miranda
del
Castañar.
Por entonces
hicieron lo
mismo otros
pueblos de
la Sierra de
Francia. La
anhelada
situación
legal no
trajo los
frutos
esperados,
antes al
contrario,
pocos años
después
siguieron
tensiones
vecinales
por la
detentación
de los
cargos
municipales,
enemistades
que se
subsanaron
gracias al
buen hacer
del párroco
y frailes
que
ocasionalmente
llegaron
para
predicar las
ordinarias y
cíclicas
misiones
Por otra parte el testamento de don Luis de Figueroa, párroco
que era del
pueblo dio
lugar a
edificación
de la una
nueva
iglesia, la
de San
Sebastián,
además de
dejar una
parte de sus
bienes para
los pobres
feligreses,
noble acción
benéfica,
que con los
años acarreó
ciertos
disgustos
entre los
llamados a
la referida
herencia.
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Texto de
Ramón Martín |
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