Durante esta
centuria se
marcan
claramente
tres etapas
bien
diferencias
en la
historia de
este pueblo,
que en
general
coinciden
con cada uno
de los tres
tercios del
siglo.
Durante los primeros treinta y tres años primeros de la centuria,
la dinámica
económica,
social y
cultural va
a más.
Tienen lugar
los
siguientes
hechos:
Asamblea
Eucarística,
Fiesta del
Somatén,
realización
de obras,
auge de la
actividad
teatral.
En el capítulo de obras cabe destacar que aunque a fines del siglo
pasado se
había
construido
el juego de
pelota y la
plaza de
toros va a
ser en esta
época de
referencia
cuando están
en pleno
rendimiento,
y además se
realizó el
matadero
municipal,
la nueva
cárcel del
Partido, el
camino a Las
Casas del
Conde,
reparación
de otros
caminos,
arreglo del
Juzgado de
Instrucción,
reparación
de las
fuentes, el
cerco y
arreglo del
parque del
Barrero, y,
la
instalación
de la luz
eléctrica.
Las fuerzas vivas de la localidad contaban con el apoyo del
Diputado por
el Partido,
D. Eloy
Bullón, y
estaban
representadas
por D.
Isidoro
Martín
Mendoza, D.
Antonio
Maíllo, D.
Eduardo
Ferrán, D.
Domingo
Pérez, D.
Gabriel
Pérez y
algunos de
los
funcionarios.
D. Pedro
Martín,
presbítero y
doctor, en
Madrid venía
a llenar el
vacío que
dejaba el
jesuita D.
Miguel
Sánchez
Prieto. Y el
catedrático
en Derecho
Administrativo
D. José
Crespo
representaba
el triunfo
de las
clases
humildes en
virtud del
esfuerzo el
trabajo y la
inteligencia.
La pregunta es ¿Cómo con tanto empuje no pudo el pueblo echar las
bases de una
fortaleza
vital para
el futuro?
Las causas
de ello son
varias. La
economía
presentaba
una
dicotomía.
Por una
parte
dotados
comercios,
por otra,
bastantes
familias
empobrecidas
que sólo
contaban con
el jornal
diario para
el sustento.
La poca
extensión
del término
municipal
limitó la
dedicación
agrícola, y
relativamente
corta
población,
unida a la
marcha de la
economía
nacional
fueron otras
tantos
motivos.
Entre las consecuciones se pueden señalar: La terminación de las
carreteras
de Béjar y
de
Vitigudino;
la Central
Hidroeléctrica
del río
Francia y un
nuevo
impulso al
mercado
semanal.
Proyectos de
realización
se
presentaron
muchos, el
más
ambicioso la
construcción
de una vía
ferrocarril
que desde
Béjar
llegase a
Ciudad
Rodrigo o a
Fuentes de
San Esteban,
atravesando
la Sierra.
La
contraposición
de intereses
de los
diversos
pueblos fue
uno de los
principales
obstáculos
para que
tuviera
efecto.
En lo cultural sobresalía con la realización de obras
teatrales,
la
celebración
de las
fiestas
locales,
como Santa
Águeda y
Santa Cruz,
los maestros
de Enseñanza
Primaria,
muy
capacitados
y
trabajadores,
el coro de
jóvenes
cantores
siguiendo
las
directrices
de D.
Hilario
Goyenechea y
de D.
Gabriel
Pérez, los
cursillos y
conferencias
impartidas.
En 1925 se recreó nuevamente el mercado semanal, que había
decaído
tanto que
parecía que
nacía de
nuevo. El
avance de
las
comunicaciones
y el mercado
de Tamames
terminaron
otra vez con
el mercado
local.
El segundo tercio del siglo se caracteriza por la atonía, la
inercia, la
carestía de
infinidad de
productos,
el precio
bajo del
vino,
cosecha
principal,
la
emigración,
etc. Hubo
algunos
intentos de
salir
adelante, y
son loables
los
esfuerzos y
consecuciones
de D.
Jerónimo
Maíllo, y ya
al final de
este tercio
de D. Máximo
Martín y D.
Rodolfo
Miguel. Con
todo,
Sequeros
había caído
en su
característica
esencial, la
de ser un
pequeño
núcleo
rural, y
como en
general todo
los pueblos
de la Sierra
de Francia y
del Partido
se
encontraban
en las
mismas
circunstancias
sucedió lo
inevitable,
la
eliminación
del Partido
Judicial,
siendo
Sequeros
quien más
perdió con
ello.
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