El coso
taurino
sequereño
fue
reconstruido
en 1965
sobre la
primitiva
edificación
de granito y
cantería,
que fue
realizada
con
anterioridad
a 1890,
respetándose
las antiguas
guaridas y
gran parte
de los
asentamientos
de piedra
con los que
contaba.
Hasta 1940,
los
encierros se
realizaban a
caballo
desde el
lugar de
adquisición
del ganado,
formando una
estampa
característica
de las
dehesas
salmantinas
los
garrochistas,
el ganado y
los
caballistas
aficionados
que se
sumaban al
espectáculo.
En los
primeros 30
años de
existencia
de la plaza,
como ya
comentamos
en la parada
de la torre,
los toros
eran
enmaromados
y llevados a
los
soportales
del Concejo,
donde eran
sujetados
con una soga
a una gruesa
argolla de
hierro
instalada en
el poste de
cantería que
sostiene en
su parte
central el
techo de los
soportales,
donde una
vez sujetos
se procedía
a su
apuntillamiento.
Como
anécdotas
curiosas de
las
celebraciones
taurinas en
Sequeros,
decir que en
1910 se
escapó uno
de los toros
al ser
cortada
accidentalmente
la cuerda
con la que
estaba
enmaromado
en el
momento de
ser
apuntillado,
cundiendo el
pánico entre
los vecinos
del pueblo,
y llegando a
coger a
algún
sequereño
sin graves
consecuencias.
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En mayo de
1957,
durante los
festejos de
la
festividad
de la Santa
Cruz, tuvo
lugar
también un
hecho
lamentable
que
conmocionó a
los
sequereños y
serranos que
habían
acudido
aquella
tarde a la
corrida. Un
guardia
civil, ante
la
impotencia
de los
toreros para
matar y
descabellar
el toro,
cometió la
imprudencia
de intentar
acabar con
él de un
disparo en
el ruedo de
la plaza y
en presencia
de todos los
asistentes,
dándose el
fatal
desenlace de
que la bala
rebotó en un
de sus
cuernos y
mató a un
niño de Las
Casas del
Conde que se
encontraba
aquella
tarde entre
los
asistentes. |