Sequeros
perteneció
al condado
de Miranda
del
Castañar, y
como tal
tenía que
pagar al
mismo sus
alcabalas o
tributos.
Cuando había
que tratar
algún asunto
importante
los vecinos
se reunían
en este
lugar: para
la subasta
de los
abastos,
para el
arreglo de
los caminos,
para los
pleitos con
los pueblos
vecinos,
impuestos,
organización
de las
fiestas,
determinación
de los
soldados que
iban a las
guerras etc.
Todos los
años se
presentaba
al conde de
Miranda una
lista de
personas
propuestas
para
desempeñar
los oficios
municipales,
entre ellas
los dos
alcaldes,
cuyo mandato
duraba un
año.
En este
lugar del
pueblo, de
destacada
estructura
medieval,
estuvieron
en su día la
Casa
Consistorial,
la cilla o
alhóndiga
del trigo y
otros
cereales,
las
escuelas,
una fragua,
una
abacería,
carnicería,
la cárcel, y
hasta una
taberna.
Según cuenta
Ramón Martín
Rodrigo en
su libro
sobre
Sequeros,
todo el
conjunto de
casas que
rodean la
torre del
Concejo pudo
ser en su
día un
castillo, y
para ello
basta con
fijarse en
la
estructura
pétrea de
sus casas,
su
construcción
en círculo y
la presencia
de un patio
interior.
Los bandos
municipales
o pregones
concejiles,
además de
ser
publicados
por el
pregonero,
se exponían
en uno de
los postes
de las Casas
del Concejo.
A ésta
columna del
centro de
los
soportales
era el lugar
al que
traían los
toros
enmaromados
desde la
plaza para
ser
sacrificados
después de
la lidia. Se
les ataba a
una argolla,
de la que
todavía
queda algún
resquicio, y
se les
apuntillaba.
El reloj más
antiguo que
estuvo
instalado en
la espadaña
de la torre
databa de
1636. Se
encargó a un
cerrajero de
Ciudad
Rodrigo y
costó 2300
reales. Fue
utilizado,
además de
para dar la
hora, para
llamar a
reunión a
los vecinos
y para tocar
a fuego. En
el siglo
XVIII fue
renovado por
otro, y la
maquinaria
del que se
compró en
1914 está
expuesta en
la subida de
las viejas
escuelas. Al
reloj
actual,
renovado
recientemente,
se le ha
dotado de
mecanismos
eléctricos
más
modernos,
adaptándole
la sonería
de campanas
a la de sus
antecesores.
Gran parte
de la torre
del Concejo
que vemos en
la
actualidad
ha estado
muchísimos
años oculta,
formando
parte de las
viviendas
que había en
este lugar.
Nada se
sabía de los
canes o
ménsulas de
piedra que
se ven ahora
en la zona
inferior de
la espadaña.
Únicamente
quedaban a
la vista las
partes más
altas en las
que se
encuentran
las
campanas. La
renovación
del edificio
que está
debajo
produjo en
1980 el
descubrimiento
fortuito,
quedando a
la vista
desde
entonces
toda la
torre tal y
como la
vemos en la
actualidad.
En este
lugar se
encuentra
también la
iglesia de
los Mártires
o de San
Sebastián.
Muy oscura y
pequeña en
sus
orígenes,
fue
sustituida
por la
actual entre
1783 y 1785,
según los
planos,
condiciones
y
supervisión
del
arquitecto
Jerónimo de
Quiñones. Su
estilo es
del final
del barroco
y comienzos
del
neoclásico.
De una sola
nave y con
una
destacada
cúpula en la
capilla
mayor. Su
retablo,
restaurado
recientemente,
fue
realizado en
1697.
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